Un curso nostálgico
Pedro Bernardo
Un post de José Conde
Cuando el coche enfila la última recta de la carretera con Pedro Bernardo al frente colgado en la ladera de la monumental sierra, la mente ya hace rato que se ha sosegado, ha habido tiempo durante el corto viaje desde Madrid para que mente y cuerpo entren despacio en otro estado y acepte con agrado el reto de un nuevo y viejo curso. Nuevo porque es otro más y por lo tanto puede ser diferente, se pueden adquirir otros conocimientos o vislumbrar aspectos u otros matices novedosos ante los ojos del alumno que le hacen seguir avanzando con ilusión; y viejo porque se trata ya de un curso casi arcaico en el que año tras año nos damos cita compañeros de distintas provincias, unos más veteranos y otros que aparecen por vez primera, pero todos unidos por la practica del aikido en un marco incomparable de la Sierra de Gredos.
Tras la primera y sosegada noche del viernes plagada de abrazos por el reencuentro con los compañeros llegados de otras provincias, amanece un caluroso sábado con cuatro horas de practica por delante. Un intenso y potente calentamiento por parte del Maestro David Sánchez hizo subir la temperatura en el dojo y puso a prueba la resistencia y los abdominales de los practicantes (un aikidoka prepara así su operación bikini). Y una intensa y magistral clase, con yokomen uchi de base a cargo del Maestro Tomás Sánchez, fue el escenario una vez más en el que hombres y mujeres dejaron el sudor de sus keikogis sobre el tatami a cambio de la pericia y buen hacer del veterano Maestro. Tras un merecido descanso y algún Acuarius de más, el Maestro Roberto Sánchez impartió una corta clase de bokken, al menos nos supo a poco a todos pues estuvo templado y brillante en su ejecución.
Lo que hace diferente los cursos de Pedro Bernardo al resto son las tardes del sábado, un tiempo perfecto para poder compartir un café y un rato de charla, un baño en la piscina o una merecida y reparadora siesta. Este cuentista que relata esta humilde crónica, también tuvo el honor de compartir un paseo con tres veteranos de esos de los que siempre se aprenden cosas, si uno sabe escuchar.
Camino a la Fuente de la Garganta uno de ellos relató que:
Durante el siglo XV la localidad de Nava de la Solana, quedó mermada en su número de habitantes, por lo que tuvo que ser repoblada por un numeroso grupo venido desde León.
Sobreviniendo rencillas por motivos de convivencia entre la población originaria de la localidad y los leoneses, los líderes de ambos grupos convinieron en acudir al Conde, noble encargado de impartir justicia, a falta otra, en esos tiempos. Una vez en su presencia, éste les pregunto el nombre a cada uno de los comparecientes. -Pedro Fernández, contestó uno; Bernardo Manso, contestó el otro- El dueño del condado sentenció que desde ese día la localidad de Nava de la Solana, se llamaría Pedro Bernardo, y condenó a ambos grupos a entenderse y convivir juntos para siempre.
Tras la grata conversación y la espectacular puesta de sol, no menos bella por encontrarse el cielo cubierto de nubes, regresamos a la realidad, en absoluto triste, de una agradable cena y otra sosegada noche.
La mañana del domingo nos despertó en el dojo con otro vehemente calentamiento también a cargo del Maestro David Sánchez y un impecable trabajo con ushiro eri dori como ataque por parte del Maestro Tomás Sánchez. Dos horas de intenso y gratificante trabajo antes de comenzar los exámenes de tercero y cuarto dan a los que comparecieron con éxito tres compañeros de Tenerife. El esfuerzo bien mereció la pena.
A solas, de regreso en el coche, uno no puede evitar echar la vista atrás y recordar otros cursos en ese impresionante paraje de nuestro país, recordar otros paseos, otras conversaciones, otros atardeceres…, y se siente nostalgia…, pero siempre nos quedará el año que viene para afrontar el reto de un nuevo y viejo curso.