Aikido, el arte
Transformar la dura violencia en suave elegancia
un post de Octavio Jesús Ruano Morales
Aikido La Lira Vendrellenca
Sábado 26 de febrero de 2013, temprano, después de algún tiempo sin asistir a cursos (que no sin practicar) por diferentes imponderables de la vida, un grupo de aikidokas de El Vendrell nos dirigimos ilusionados al curso de Roberto Sánchez en Lleida.
En la conversación del viaje surgen dos preguntas esenciales en relación al proceso de aprendizaje de nuestro arte: 1) ¿Por qué es tan difícil aprenderlo? y, cuando ya se conoce todo el repertorio técnico; 2) ¿Qué diferencia una ejecución de otra?
Sugiero dos respuestas:
- El aikido es una obra maestra y cada aikidoka su expresión. En un bloque de materia tosca inicialmente hay que quitar grandes trozos para aproximarse a la forma ideal y solo después de este intenso trabajo inicial se puede ir puliendo, con mimo y particular atención, cada uno de los pequeños detalles. El trabajo inicial es duro e intenso, el posterior, el que depura y consigue belleza y armonía, es abnegado i constante.
- La perfección del detalle en la obra, el nivel de depuración, es lo que marca la diferencia. Como la mayoría de maestrías, el Aikido no se enseña, se aprende. Es un trabajo personal. El profesor muestra el camino, sirve de modelo, da ejemplo, guía y orienta, pero, en última instancia, es uno mismo el que se (auto) modela el que ha de descubrir la esencia del arte que expresa. Porque en aikido no basta imitar movimientos como en una coreografía, hay que sentir la obra e interpretarla con pasión.
El Aikido es el arte de transformar la dura violencia en suave elegancia. Como la vida, es un instrumento maravilloso y depende de quien lo usa extraer una magnífica sinfonía o solo mucho ruido.
En Lleida pudimos comprobar que Sensei Roberto encarna las dos ideas: Su forma de ser, hacer y estar expresan la perfección del que ha descubierto la esencia del arte y conoce perfectamente qué detalles hemos de pulir (nos) para ser buenos intérpretes.
En este mismo sentido, creo que, más allá del utilitarismo técnico i/o físico, el Aikido ofrece lecciones mucho más importantes; nos ayuda a aprender a aplazar la recompensa, a entender que el esfuerzo y la perseverancia son consubstanciales a toda obra bien hecha. Valores estos que no abundan hoy en la cultura occidental.